lunes, 4 de marzo de 2013

RESEÑA: Rafael Sanz Lobato





Rafael Sanz Lobato nos deleita con una exposición donde el tiempo debería detenerse en cada una de sus obras.

Retratos donde enmarca la pasión y emoción de cada gesto en sus protagonistas. Sentimientos que sabe detectar y trasmitir al espectador de forma delicada y directa.

Fotografías en blanco y negro que atraen por su sencillez y fuerza. Los marcados rasgos de los retratados y las finas líneas que delimitan lo fácilmente perceptible del sentimiento más recóndito de su persona son cazados por el fotógrafo de forma que estas sensaciones juegan con las de los espectadores ante su visión.

Esta fotografía de José Mercé en la que se refleja todo lo que es y siente en un solo acto fue una de las obras que más me trasmitió de la exposición ------------------->

Podría dividirse la exposición en tres partes; la primera una recopilación de fantásticos retratos ( a los que me he referido anteriormente ) capaces de poner los vellos de punta por su fuerza expresiva.

También vemos un guiño a los bodegones con cierta intención pictórica y en honor a numerosos pintores que el propio autor nombra en sus obras.

Por último, y algo que me impactó, la gran serie de fotografías que captaban la esencia de las tradiciones y costumbres de pueblos.

Estas analógicas me cautivaron por el buen uso de las diferentes sensibilidades de las películas en cada uno de los instantes enmarcados; me trasmitían la fuerza de los caballos despotricando bajo la tensión de los mozos y la soledad e incluso ensimismamiento de las mujeres en las largas profesiones.



Rafael Sanz Lobato ha logrado convencerme de que la frase "Todo retrato es un autorretrato" cobra el doble de significado cuando el artista logra extraer toda la pasión, el sentimiento, la fuerza y el propio alma del retratado, no solo siendo un autorretrato, sino siendo un propio espejo de quien fue cazado en ese instante de placer, tensión , alegría o tristeza.

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