We have no roots in the earth.
We are not of her forever:
only a brief moment.
Jade cracks, too
and gold breaks
and even the feathers of the quetzal disintegrate.
We will not live forever:
only a brief moment.
José Emilio Pacheco
Isabel Muñoz nos deleita con una serie de fotografías en las que el tacto se convierte en acompañante imposible de la vista al plasmar con suma nitidez y delicadeza las hondas, grietas y poros que forman la piel desnuda ( y pintada ) Nos permite trasladarnos a una perspectiva donde la propia fotografía es capaz de hacernos acariciar lo captado en la imagen siendo nuestra visión un mero lazarillo para el tacto; sirviéndonos de guía para imaginarnos acariciando lo retratado.
Una de las fotografías que más me impactó fue el retrato de un rostro joven enmarcado por tatuajes que alegaban una imagen que podría llegar a denominarse "demoníaca" e incluso "macabra". A mí me hizo pensar bastante acerca de ese chico que me atravesaba con sus ojos negros ¿Por qué aquellos tatuajes? ¿Tendrían algún significado o simplemente su ambiente le había incitado a hacérselos? Me llamó bastante la atención su mirada, devorando la del público, desafiante y sin miedo, arrastrándome hacia aquella imagen haciendo que mi atención se centrara en ella y dejando en un segundo plano lo que me rodeaba en aquel momento. El uso del blanco y negro resaltaba los tatuajes intensificando además el negro total de sus pupilas y la iluminación permitía apreciar cada detalle dibujado en su piel.
Otra de las fotografías que más me cautivaron fue la de un desnudo infantil de color que, estando de espaldas, resaltaba por el contraste entre una curva de color blanco en su hombro izquierdo. Con ella, y con el resto de obras, la artista intenta plasmar la vinculación de la tierra con el ser humano; nuestra piel es la tierra, y la tierra es nuestra piel. Nuestra piel nos viste, nos envuelve, nos protege; la tierra así lo hace también.
No seríamos nada sin la tierra al igual que no seríamos nada sin la piel; nuestro rasgo característico, nuestro escudo de exteriores, con la tierra convivimos desde el principio hasta el final e Isabel Muñoz intenta captar esa necesidad mutua con una sensibilidad que roza interiores ajenos conmoviendo y atrayendo al espectador.